Joven,

oh, que gracia sería para ti

poder leer la mente de un anciano triste

que lleno de remordimiento por su fútil vida,

y quemado por una mortal agonía,

llora su fracaso.

O leer la mente de un anciano venerable

vestido de luz

que sereno, puro y sin miedo,

goza una plenitud Infinita

Ah, ¡Cómo todo en ti cambiaría!

¡Actúa,

no dejes pasar este momento,

haz algo grande a tu paso

que la vida es corta,

y que no siempre se llega a la vejez!

Perdona muchacho,

perdona estas inútiles palabras de esperanza de un poeta 

que ya sabe que tú repetirás los errores de tus padres,

hasta el final de los tiempos.